El deseo es una hoguera que arde con mayor furia, pidiendo más combustible.

Mientras el "yo" esté presente, el amor no puede existir. Todo lo que llamamos amor es solo deseo, anhelo, pasión y apego; mientras el ego esté presente, todo esto nos ata.

El nacido dos veces (el brahmín) obtiene el cumplimiento de todos los deseos a través del autoconocimiento y no por otros medios.

Un deseo surge en la mente. Se satisface inmediatamente otro llega. En el intervalo que separa dos deseos, reina una calma perfecta en la mente. En este momento está libre de todo pensamiento, amor o odio. La paz completa reina igualmente entre dos olas mentales.

El deseo o querer surge cuando no eres feliz. ¿Lo has visto? Cuando eres muy feliz, hay contento. El contento significa no querer.

El amor ordinario es egoísta, profundamente enraizado en deseos y satisfacciones. El amor divino es sin condiciones, sin fronteras, sin cambio. El flujo del corazón humano se va para siempre con el toque hipnótico del amor puro.

Si te imaginas a ti mismo como separado del mundo, el mundo parecerá separado de ti y experimentarás deseo y miedo. Yo no veo el mundo como separado de mí, por lo que no hay nada que desee o tema.

Cuando digo "Yo soy", no me refiero a una entidad separada con un cuerpo como su núcleo, me refiero a la totalidad del ser, el océano de la conciencia, todo el universo de todo lo que se conoce. No tengo nada que desear porque soy completo para siempre.

No temas nada. No odies a nadie, da amor a todos, siente el amor de Dios, ve Su presencia en todos, y ten un solo deseo: Su constante presencia en el templo de tu conciencia - esa es la manera de vivir en este mundo.

Renuncia a todo deseo de disfrute en la tierra o en el cielo. Controla los órganos de los sentidos y controla la mente. Soporta cada miseria sin siquiera saber que eres miserable. No pienses en nada más que en la libertad espiritual.

Si Dios parece lento en responder, es porque está preparando un mejor regalo. No nos negará. Dios retiene lo que aún no estamos listos para recibir. Él quiere que tengas un deseo vivo por Sus mayores dones. Todo esto significa, reza siempre y no pierdas el ánimo.

Las palabras no tienen un lenguaje que pueda pronunciar los secretos del amor; y más allá de los límites de la expresión está la explicación del deseo.

No dejes que tu "ojo" sea atraído por las falsas "luces de los faros" - la riqueza, la posición, la fama o las posesiones. Sé vigilante sobre tu voluntad y deseos, pues son estas las fuerzas corruptas que habitan dentro de ti y te impiden vivir libre.

... nuestra voluntad natural es tener a Dios, y la Buena Voluntad de Dios es tenernos; y nunca dejaremos de desear ni de anhelar hasta que Lo tengamos en la plenitud del gozo: y entonces ya no desearemos.

Cuanto más deseamos lo que es superfluo, más nos encontramos con dificultades; nuestra fuerza y posesiones se gastan en cosas innecesarias y nos faltan cuando se requieren para lo que es necesario.

La sabiduría perfecta tiene cuatro partes: Sabiduría, el principio de hacer las cosas correctamente. Justicia, el principio de hacer las cosas igualmente en público y en privado. Fortaleza, el principio de no huir del peligro, sino de enfrentarlo. Templanza, el principio de someter los deseos y vivir moderadamente.

El alma, cuando se acostumbra a las cosas superfluas, adquiere un fuerte hábito de desear cosas que no son necesarias para la preservación del individuo ni de la especie. Este deseo es ilimitado, mientras que los necesarios son pocos en número y restringidos dentro de ciertos límites; pero lo superfluo es infinito.

El dominio no consiste solamente en aquietar la mente, sino en dirigirla hacia cualquier punto que deseemos, en permitirle estar activa tanto como queramos, en usarla para cumplir nuestro propósito, en hacer que esté tranquila cuando deseamos tranquilizarla. Aquel que ha llegado a esto ha creado su cielo dentro de sí mismo; no tiene necesidad de esperar un cielo en el más allá, porque lo ha producido dentro de su propia mente ahora.

Finalmente llegas a un punto en el que casi lo sabes todo. Eres muy sabio. Eres muy puro... excepto por el hecho de que bien podrías haberte atrapado en la última trampa... el deseo de saberlo todo y seguir siendo tú, "el conocedor." Esto es una imposibilidad. Porque todo el conocimiento finito no se suma a lo infinito. Para dar el paso final, el conocedor debe irse. Es decir, solo puedes SER todo, pero no puedes saberlo todo. El objetivo es no-dualista: mientras haya un "conocedor" y un "conocido", estás en dualismo.

Solo el deseo no es suficiente.

Si deseas ser puro, ten fe firme y sigue lentamente con tus prácticas devocionales sin desperdiciar tu energía en discusiones y argumentos inútiles sobre las escrituras. De lo contrario, tu pequeño cerebro se confundirá.

Aprende a vivir sin preocuparte por ti mismo. Para ello, debes conocer tu propio ser verdadero como indomable, sin miedo y siempre victorioso. Una vez que sepas con absoluta certeza que nada puede molestarte excepto tu propia imaginación, dejarás de lado tus deseos y miedos, conceptos e ideas, y vivirás solo por la verdad.

Todo lo que deseas es ser feliz. Todos tus deseos, sean lo que sean, anhelan la felicidad. Básicamente, te deseas lo mejor... el deseo en sí mismo no está mal. Es la vida misma, el impulso de crecer en conocimiento y experiencia. Son las elecciones que haces las que son erróneas. Imaginar que algo pequeño - comida, sexo, poder, fama - te hará feliz es engañarse a uno mismo. Solo algo tan vasto y profundo como tu verdadero yo puede hacerte verdaderamente y duraderamente feliz.