Porque el precio de la inteligencia tal como la conocemos es la ansiedad crónica, una ansiedad que parece aumentar, curiosamente, en la medida en que la vida humana está sujeta a una organización inteligente.

Dios es la Semilla; El Universo es el Árbol, Los Impulsos y pasiones son las ramas, La Inteligencia es la flor, La Conciencia Pura es el fruto, El Amor es la dulzura en el fruto.

La verdadera creatividad fluye solo desde la quietud. Cuando la quietud se vuelve consciente, la dimensión espiritual entra en tu vida y comienzas a ser guiado por una inteligencia mucho mayor que la mente humana.

Cuando la inteligencia emocional se fusiona con la inteligencia espiritual, la naturaleza humana se transforma.

Nuestro Señor no necesita de nosotros grandes hechos ni pensamientos profundos. Ni inteligencia ni talentos. Él valora la simplicidad.

Podemos sentarnos en clases y escuchar una filosofía teórica muy bonita, y podemos tener gran convicción de nuestra inteligencia. Eso es muy bueno e importante. Pero, en realidad, a menos que esa convicción filosófica genere un sentido de entusiasmo en el corazón de uno por el servicio al Señor, es como una decoración vacía.

En el cuerpo hay una corriente de energía, afecto e inteligencia, que guía, mantiene y energiza el cuerpo. Descubre esa corriente y quédate con ella.

Lo único que realmente importa es que haya una acción de bondad, amor e inteligencia en la vida. ¿Es la bondad individual o colectiva, es el amor personal o impersonal, es la inteligencia tuya, mía o de alguien más? Si es tuya o mía, entonces no es inteligencia, ni amor, ni bondad. Si la bondad es un asunto del individuo o del colectivo, según la preferencia o decisión de uno, entonces ya no es bondad.

Mediante la ciencia definitiva de la meditación, conocida durante milenios por los yoguis y sabios de la India, y por Jesús, cualquier buscador de Dios puede ampliar el calibre de su conciencia hasta la omnisciencia para recibir dentro de sí mismo la Inteligencia Universal de Dios.

No es solo la constitución física de una persona, su inteligencia, su educación o incluso su condicionamiento social lo que le permite soportar las adversidades. Lo mucho más significativo es su desarrollo interior. Y aunque algunos puedan sobrevivir a través de la pura fuerza de voluntad, los que menos sufren son aquellos que tienen un alto grado de paciencia y coraje frente a la adversidad.

Divino, pero las diferencias en la naturaleza humana, como la variación en la felicidad, la miseria, las riquezas, la inteligencia, el éxito y el fracaso, son el resultado del karma y nada más.

La soledad obviamente no es aislamiento, ni es unicidad. Ser único es simplemente ser excepcional de alguna manera, mientras que estar completamente solo requiere una sensibilidad, inteligencia y comprensión extraordinarias.

Ciertas situaciones son extremadamente dolorosas y nuestra inteligencia no logra razonar cómo esto podría ser una bendición del Señor. En esos momentos podríamos intentar humildemente someter una oración: Oh Dios, por favor dame la fuerza para ver esta situación como Tu misericordia aunque mi inteligencia no pueda verlo así.De esta manera podemos acceder a la gracia del Señor que hasta ahora estaba oculta y desarrollar gratitud por todas las situaciones inconcebibles que Dios organiza para nosotros en nuestras vidas.

A través de la Meditación Trascendental, el cerebro humano puede experimentar ese nivel de inteligencia que es un océano de todo conocimiento, energía, inteligencia y felicidad.

El verdadero yo, una vez descubierto, es la fuente de creatividad, inteligencia y crecimiento personal. Ninguna solución externa tiene tal poder.

Debes llenar cada centímetro de tu cuerpo con la asana, desde el pecho y los brazos hasta las piernas y los dedos de las manos y los pies, para que la asana irradie desde el núcleo de tu cuerpo y llene todo el diámetro y la circunferencia de tus extremidades. Debes sentir tu inteligencia, tu conciencia y tu consciencia en cada centímetro de tu cuerpo.

El corazón se ensancha al olvidar el yo, pero se estrecha al pensar en uno mismo y compadecerse de uno mismo. Para ganar un corazón amplio y generoso, debes tener algo ante ti en lo que mirar y sobre lo que descansar tu inteligencia, y eso algo es el ideal de Dios.

Si deseas tomar, primero debes dar, este es el comienzo de la inteligencia.