Nuestro espíritu es la parte real de nosotros, el cuerpo pero su vestimenta. Un hombre no encontraría paz en la sastrería porque su abrigo proviene de allí; tampoco el espíritu puede obtener la verdadera felicidad de la tierra solo porque su cuerpo pertenece a la tierra.

Por tanto, exhorto ante todo a que se hagan súplicas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible en toda piedad y reverencia.

Los templos no son manicomios de personas que creen que una imagen de piedra es Dios. Los templos son escuelas de humanidad, moradas de paz, tierras de compromiso y purificación, centros de esperanza y centros de inspiración y concentración.

La paz la logramos cuando no esperamos nada del mundo, sino solo damos, damos y damos incondicionalmente lo que tenemos y lo que somos.

Porque por el momento toda disciplina parece dolorosa en lugar de placentera; sin embargo, más tarde da el fruto pacífico de la justicia a aquellos que han sido entrenados por ella.

La paz no puede imponerse desde afuera. Es una consecuencia de cómo somos por dentro.

Deja que Dios trabaje en ti, entrega el trabajo a Dios y ten paz. No te preocupes si Él obra a través de tu naturaleza o por encima de ella, porque ambas son suyas, naturaleza y gracia.

Dios no quiere nada de ti salvo el regalo de un corazón pacífico.

Ya sea que consideremos el nivel individual, familiar, local, nacional o internacional, la paz debe surgir de la paz interior. Por ejemplo, hacer oraciones por la paz mientras se sigue albergando ira es inútil. Entrenar la mente y superar la ira es mucho más efectivo que la mera oración. La ira, el odio y los celos nunca resuelven los problemas, solo el afecto, la preocupación y el respeto pueden hacerlo.

La creatividad tiene dos posibilidades. Una es que surja de tu silencio, amor, comprensión, claridad de visión, tu íntima amistad con la existencia; entonces la creatividad es saludable. Pero si no surge de la meditación, del silencio, de la paz, de la comprensión y del amor, entonces hay un peligro. Puede surgir de tu mente confundida. Puede surgir de tu locura.

Dondequiera que Dios te mantenga en cualquier momento, desde allí mismo debes emprender la peregrinación hacia la realización de Dios. En todas las formas, tanto en la acción como en la no-acción, Él, el Único, está presente. Mientras atiendes tu trabajo con tus manos, mantente unido a Él a través de japa, el recuerdo constante de Él en tu corazón y mente. En el reino de Dios, el olvido de Él es perjudicial. El camino hacia la Paz radica en el recuerdo de Él y sólo de Él.

El autoanálisis y la autoobservación son las claves para progresar en el camino espiritual. Si no practicas la autoobservación, tus decisiones no serán las correctas, tus conclusiones no serán verdaderas. No puedes llegar a una autoobservación y análisis precisos de inmediato. Es un proceso gradual. La paz mental, la completa honestidad y la objetividad son esenciales. Cuando puedas observar todo lo que sucede en tu vida con aguda conciencia y sacar inspiración de cada acción, realmente serás capaz de crecer.

¿Cómo puedo hacer una diferencia para traer paz a este mundo que tanto amo y aprecio? Un nombre parpadea instantáneamente en mi mente.

La paz mundial debe desarrollarse desde la paz interior.

Si te conduces con paz, amor y compasión, entonces eres Dios.

El silencio es la verdad. El silencio es la dicha. El silencio es la paz. Y por lo tanto, el silencio es el Ser.

La paz es la primera condición, sin la cual nada más puede ser estable.

Demasiada actitud egoísta crea desconfianza y sospecha en los demás, lo que a su vez puede llevar al miedo. Pero si tienes una mente más abierta y cultivas un sentido de preocupación por el bienestar de los demás, entonces, sin importar las actitudes de los demás, puedes mantener tu paz interior.

El hombre no está en paz consigo mismo hasta que se ha hecho como Dios.

Si la mente de uno tiene paz, todo el mundo parecerá pacífico.

Sin perdón no puede haber paz.

De vez en cuando, para recordarnos a nosotros mismos que debemos relajarnos y estar en paz, podemos dedicar algo de tiempo a un retiro, un día de atención plena, cuando podamos caminar lentamente, sonreír, beber té con un amigo, disfrutar de estar juntos como si fuéramos las personas más felices de la Tierra.

La mente puede ir en mil direcciones, pero en este hermoso camino, camino en paz. Con cada paso, sopla el viento. Con cada paso, una flor florece.