Estamos revisando algunas traducciones.
Gracias por tu comprensión.
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Mi alma experimentó una paz tan dulce, tan profunda, que sería imposible expresarlo.
La verdadera caridad consiste en soportar todas las faltas de nuestros vecinos; nunca sorprenderse de su debilidad, y ser inspirados por la más pequeña de sus virtudes.
No pierdas ni una sola oportunidad de hacer algún pequeño sacrificio, aquí con una mirada sonriente, allí con una palabra amable; siempre haciendo lo más pequeño bien y haciéndolo todo por amor.
Una palabra o una sonrisa a menudo es suficiente para dar nueva vida a un alma desanimada.
Ningún mal puede venir a mí, ya que, en lo que ocurra, solo veo la tierna mano de Jesús.
Frecuentemente, solo el silencio puede expresar mi oración.
Estoy simplemente contenta de encontrarme siempre imperfecta, y en esto encuentro mi alegría. Las buenas acciones no cuentan como nada si se hacen sin amor.
La ciencia del amor, sí, esa es la única ciencia que quiero. Intercambiaría todo lo que poseo para obtenerla.
Cuanto más se avanza, más se ve que el objetivo sigue estando lejos. Y ahora me resigno simplemente a verme siempre imperfecta y en esto encuentro mi gozo.
Quiero darme completamente a Él... Quiero vivir ya no para mí, sino para Él.
El amor solo se alimenta de sacrificios, y cuanto más una alma rechaza las satisfacciones naturales, más fuerte y desinteresada se vuelve su ternura.
Ahora sé que la verdadera caridad consiste en soportar los defectos de nuestros vecinos; no sorprenderse de sus debilidades, sino edificarse en sus más pequeñas virtudes.
En esa primera 'fusión' con Jesús (Santa Comunión), fue mi Madre Celestial quien me acompañó al altar, pues fue ella misma quien colocó a su Jesús en mi alma.
El amor se demuestra con los hechos, entonces, ¿cómo debo mostrar mi amor? Se me prohíben grandes obras. La única manera de demostrar mi amor es esparciendo flores, y estas flores son cada pequeño sacrificio, cada mirada y palabra, y el hacer las más pequeñas acciones por amor.
Amemos, ya que nuestro corazón no está hecho para nada más.
Me escuchaste, único Amigo a quien amo. Para arrebatar mi corazón, te hiciste hombre. Derramaste tu sangre, ¡qué supremo misterio!... Y aún vives por mí en el Altar. Si no puedo ver el resplandor de Tu Rostro ni escuchar Tu dulce voz, ¡Oh Dios mío, puedo vivir por Tu gracia, puedo descansar en Tu Sagrado Corazón!
Dios me ha hecho desear siempre lo que más quiere darme.
El mundo es tu barco, no tu hogar.
Si una pequeña flor pudiera hablar, me parece que nos diría de manera muy sencilla todo lo que Dios ha hecho por ella, sin ocultar ninguno de sus regalos. No diría, bajo el pretexto de humildad, que no era bonita o que no tenía un dulce aroma, que el sol había marchitado sus pétalos o que la tormenta había magullado su tallo, si supiera que eso no es cierto.
¿Cómo puede el buen Dios, que nos ama tanto, estar feliz cuando sufrimos? Nuestro sufrimiento nunca lo hace feliz; pero es necesario para nosotros, y por eso Él nos lo envía, mientras, por así decirlo, aparta Su Rostro... Les aseguro que le cuesta mucho llenar nuestros corazones de amargura.
Si todas las flores quisieran ser rosas, la naturaleza perdería su belleza primaveral y los campos ya no estarían adornados con pequeñas flores silvestres.
Es solo el amor lo que nos hace aceptables ante Dios.
La oración es una aspiración del corazón, es una simple mirada dirigida al cielo, es un grito de gratitud y amor en medio de la prueba y la alegría; finalmente, es algo grande, sobrenatural, que expande mi alma y la une a Jesús.