Somos lo que nuestros pensamientos nos han hecho.

Me deshago de los pensamientos y entro en mi testigo, que está en mi corazón espiritual. El testigo que da testimonio del ser.

Empiezas dejando que los pensamientos fluyan y observándolos. La propia observación ralentiza la mente hasta que se detiene por completo. Una vez que la mente está tranquila, mantenla tranquila. No te aburras con la paz, sé en ella, ve más profundo.

Una mente tranquila no significa que no haya pensamientos o movimientos mentales en absoluto, sino que estarán en la superficie, y sentirás tu verdadero ser dentro de ti, separado de ellos, observando pero no arrastrado por ellos.

A través de la indagación '¿Quién soy yo?'. El pensamiento '¿quién soy yo?' destruirá todos los demás pensamientos, y como el palo utilizado para remover la pira ardiente, al final se destruirá a sí mismo. Entonces, surgirá la auto-realización.

Lo que se revela cuando los pensamientos están ausentes también está aquí cuando los pensamientos están presentes.

Si esperas hasta que las circunstancias justifiquen tus pensamientos agradables, es probable que esperes para siempre.

Los pensamientos que vienen y van no son tú. Lo que sea que venga y se vaya no eres tú. Tu realidad es la paz. Si no olvidas eso, será suficiente.

La concentración no es pensar en una sola cosa. Al contrario, es excluir todos los pensamientos, ya que todos los pensamientos obstruyen el sentido del verdadero ser. Todos los esfuerzos deben dirigirse simplemente a eliminar el velo de la ignorancia. Concentrar la mente únicamente en el Ser conducirá a la felicidad o al éxtasis. Atraer los pensamientos, restringirlos y evitar que se desvíen hacia el exterior se llama desapego (vairagya). Fijarlos en el Ser es práctica espiritual (sadhana). Concentrarse en el corazón es lo mismo que concentrarse en el Ser. El corazón es otro nombre para el Ser.

La meditación es aferrarse a un solo pensamiento. Ese único pensamiento mantiene alejados a otros pensamientos; la distracción de la mente es una señal de su debilidad; mediante la meditación constante, adquiere fuerza.

De todos los pensamientos que surgen en la mente, el pensamiento 'yo' es el primero.

Observa tus pensamientos, no les creas.

Siéntate en meditación. ¡Pero no pienses! ¡Mira solo tu mente! ¡Verás pensamientos entrando en ella! Antes de que entren, deséchalos de tu mente hasta que tu mente sea capaz de completo silencio.

Como solo tú eres responsable de tus pensamientos, solo tú puedes cambiarlos.

No almacenes información inútil en tu cerebro. Aprende a liberar la mente. Desaprende lo que no te ha servido. Solo entonces podrás llenar tu mente con pensamientos divinos.

Bajo los pensamientos y planes obsesivos, bajo las emociones, positivas y negativas, hay un océano de paz.

Tu necesidad última es establecerte en la paz inmutable del Ser. Para ello tienes que abandonar todos los pensamientos.

Concentrarse no es meditar, aunque eso es lo que la mayoría de ustedes hace, llamándolo meditación. Y si la concentración no es meditación, ¿qué es? Seguramente, la meditación es entender cada pensamiento que surge, y no quedarte en un pensamiento particular; es invitar todos los pensamientos para que comprendas todo el proceso del pensamiento.

Uno de los errores importantes del hombre, uno que debe ser recordado, es su ilusión con respecto a su Yo. El hombre tal como lo conocemos, el 'hombre-máquina', el hombre que no puede 'hacer', y con quien y a través de quien todo 'sucede', no puede tener un Yo permanente y único. Su Yo cambia tan rápidamente como sus pensamientos, sentimientos y estados de ánimo, y comete un error profundo al considerarse siempre la misma persona; en realidad, siempre es una persona diferente, no la que era hace un momento.

La atención continua solo vendrá con una larga práctica. Si eres verdaderamente vigilante, cada pensamiento se disolverá en el momento en que aparezca. Pero para alcanzar este nivel de desasociación, no debes tener ningún apego. Si tienes el más mínimo interés en un pensamiento en particular, evitará tu atención, se conectará con otros pensamientos y tomará el control de tu mente durante unos segundos. Esto sucederá más fácilmente si estás acostumbrado a reaccionar emocionalmente ante un pensamiento en particular.

La vigilancia cuidadosa y la observación llevan al estudiante a estudiar los pensamientos entrantes de la mente inconsciente. Los yoguis recuerdan todos sus samskaras, los observan, los examinan e incluso los seleccionan y rechazan según su necesidad. Los patrones de pensamiento que son perturbadores son rechazados por los yoguis, y aquellos que son útiles son fortalecidos. Un estudio profundo de estos tres estados-despertar, soñar y dormir-revela que, con la ayuda y práctica del yoga nidra, uno puede ir más allá de todos los niveles de lo inconsciente.

¿Cómo se elimina el miedo? Ramana: ¿Qué es el miedo? Es solo un pensamiento. Si hay algo además del Ser, hay motivo para tener miedo. ¿Quién ve las cosas separadas del Ser? Primero surge el ego y ve los objetos como externos. Si el ego no surge, solo existe el Ser y no hay nada externo. Cualquier cosa externa a uno mismo implica la existencia del que ve dentro. Buscarlo allí eliminará la duda y el miedo. No solo el miedo, todos los demás pensamientos centrados en el ego desaparecerán con él.

Es imposible comprender lo que existe mediante razonamientos o debates intelectuales. La verdad absoluta no puede ser probada científicamente porque no puede ser observada, verificada ni demostrada a través de percepciones sensoriales. (...) Esta es la razón por la que los científicos no pueden llegar a ninguna conclusión objetiva sobre la inmortalidad del alma y la vida después de la muerte, y en cualquier caso, nada podría convencerlos. (...) El mundo objetivo es solo la mitad del universo. Lo que percibimos mediante nuestros sentidos no es el mundo en su totalidad. La otra mitad, que incluye la mente, los pensamientos y las emociones, no puede ser explicada por las percepciones sensoriales de objetos externos. (...) El alma no ha sido creada. Es esencialmente conciencia y es perfecta. Tras la disolución del cuerpo físico, todo permanece latente. El alma sobrevive.