Necesitamos encontrar a Dios, y no se le puede encontrar en el ruido y la inquietud. Dios es el amigo del silencio. Mira cómo la naturaleza - los árboles, las flores, la hierba - crece en silencio; mira las estrellas, la luna y el sol, cómo se mueven en silencio... Necesitamos silencio para poder tocar las almas.

No hay otra mayor éxtasis, no hay mayor felicidad que saber quién eres. Conocer el espacio interior es conocerlo todo. Es un silencio ilimitado, pero no muerto, está vivo con sus propias canciones, con sus propios bailes.

Habla solo si mejora el silencio.

Eres silencio solidificado, conciencia. Mil horas de discurso no pueden igualar una mirada: cien miradas no pueden igualar un minuto de silencio.

Una vez que aprendas a pensar, no podrás detenerte. Y un número enorme de personas dedica sus vidas a mantener ocupada su mente y se sienten extremadamente incómodos con el silencio.

No interroguéis al silencio porque el silencio es mudo; no esperéis nada de los dioses, ni tratéis de sobornarlos con regalos, porque es en nosotros donde debemos buscar la liberación.

Mientras trabajas, si la mente sigue activa, déjala ser así, pero debe haber al mismo tiempo una capacidad para el silencio.

Estaré esperando aquí... ¡Para que tu silencio se rompa, para que tu alma se sacuda, para que tu amor despierte!

Simplemente seguí la instrucción de (mi maestro), que era concentrar la mente en el ser puro "yo soy", y quedarme en él. Solía sentarme durante horas, con nada más que el "yo soy" en mi mente y pronto la paz, la alegría y un amor profundo y abarcador se convirtieron en mi estado normal. En él, todo desapareció: yo mismo, mi Gurú, la vida que vivía, el mundo a mi alrededor. Solo quedó la paz y el silencio insondable.

Debemos dar el primer paso nosotros mismos en lugar de esperar que provenga del mundo fenomenal o de otras personas. Si estamos meditando en casa y vivimos en el medio de una calle principal, no podemos detener el tráfico solo porque queremos paz y tranquilidad. Pero podemos detenernos a nosotros mismos, podemos aceptar el ruido. El ruido también contiene silencio. Debemos ponernos en esa situación y no esperar nada del exterior, tal como hizo Buda. Y debemos aceptar cualquier situación que surja.

Cambia tu atención de las palabras al silencio y escucharás.

La meditación es el viaje del sonido al silencio, del movimiento a la quietud, de una identidad limitada a un espacio ilimitado.

No hables, a menos que mejore el silencio.

El silencio es una profunda melodía, para aquellos que pueden oírla por encima de todo el ruido.

Un realizado emite olas de influencia espiritual en su aura, que atraen a muchas personas hacia él. Sin embargo, puede sentarse en una cueva y mantener completo silencio.

El silencio antes de que se pronunciaran las palabras, ¿es diferente del silencio que vino después?

La meditación no es solo estar en silencio, eso es solo una parte de ella... Debe ser creativa. Y cuando una poesía sale de tus silencios internos, o una pintura, tiene un sabor que no es de este mundo.

El silencio exterior puede ser la puerta al silencio interior.

Cuando la mente, unificada y completamente enfocada, conoce el silencio supremo en el Corazón, esto es el verdadero aprendizaje.

Al dirigir nuestros sentidos de percepción hacia adentro, podemos experimentar el control, el silencio y la quietud de la mente.

En este oasis de silencio, ante el maravilloso espectáculo de la naturaleza, uno experimenta fácilmente cuán valioso es el silencio, un bien que hoy es cada vez más raro... En realidad, solo en el silencio el hombre logra escuchar en lo profundo de su conciencia la voz de Dios, que realmente lo libera. Las vacaciones pueden ayudar a redescubrir y cultivar esta dimensión interior indispensable de la vida humana.

Siéntate en meditación. ¡Pero no pienses! ¡Mira solo tu mente! ¡Verás pensamientos entrando en ella! Antes de que entren, deséchalos de tu mente hasta que tu mente sea capaz de completo silencio.

No solo un conocimiento más verdadero, sino también un mayor poder viene a uno en la quietud y el silencio de una mente que, en lugar de burbujear en la superficie, puede ir a sus propias profundidades y escuchar.